marzo 29, 2024

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Mi santísima suegra; un texto de Valentín Ortíz Rebolloso

Ébano, S. L. P.- Y al séptimo día, cuando ya el pueblo creía que la pesadilla había terminado, el agua otra vez se fue.

Solo unos breves minutos fuimos felices, yo y mi Chimoltrufia.

Tanto me cansaron los llaveos al ras de la lona, los topes voladores, las planchas desde la última cuerda y la tapatía que le aplicara para que se rindiera; ella era una desatada felina, que de una voltereta se me encimó para aplicarme la del caballito.

Definitivamente tiré la toalla, declarándome por vencido, y me tiré otra pestañeada.

Lamentablemente la pesadilla arreció; soñaba en que me convertía por milésima vez en un sediento camello.

Cuando escuché los desesperados gritos de mi cavernaria suegra, que a la puerta cacheteaba. Le tiraba desesperadas filomenas.

Me desperté sólo, para muy sumiso, recibir los regaños: ¡Te lo dije, que te pusieras listo y almacenaras agua! Este pueblo de seguir así, pronto será un desierto y nosotros camellos.

Mi suegra hace años que colgó los tenis; yo la recuerdo de buena manera, cuando pasan éstas fechas del Día de Muertos, porque cuando no hay agua en el pueblo, para no ser unos sedientos camellos, le da su moche a lo de 65 y Más, para invitarnos unas guamas.

P.D. Hoy por séptimo día no hay agua; otra vez a los pocos minutos se interrumpió el servicio.

Valentín Ortiz Rebolloso / 4 de noviembre de 2021