abril 18, 2024

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El Poeta y el beisbolista, un texto de Valentín Ortiz Rebolloso

A los Amigos Alfonso Badillo Dimas (+) y a Eladio » El Chibolas » Bolaños Chavira (+)

Ébano, S. L. P.- Alguna vez me soltó lo siguiente de boca de jarro, después de las lágrimas que me broten por ella, nos beberemos un cartucho bien frías en » La Llorona «, el otro lo invitará el Layo » Chibolas » él tiene el puro control de la administradora, le caí al que rajé de que esta noche la festejaremos en grande.

Esa noche nos dieron las 10, las 11 y las 12 por brindar por el sí que le dieron al Bardo de La Muertos.

Y pensar que esta mi flor urania del Uno dicha con sus esperanzas enterró a las otras que por poco me hacen esperar desesperado entre las vías al tren que pasara para el puerto de Tampico.

Ayer derramamos lágrimas en solidaridad por el triunfo del poeta, hoy porque de esos tres, solo yo estoy vivo.

Fui a la iglesia por la misa que el cura Nico en su honor ofició y me doy cuenta que el luminoso amor de ella por él continua vigente.

Hace unos minutos después de haberme persignado, orado y comer el sagrado cáliz, me madreó la nostalgia del recuerdo de los cuates, pasé por el inmueble en donde existió esa piquera, la encontré media en ruinas, cerrada su puerta.

Quizás el amor de el «chibolas» o él mismo le solicitó a uno de sus chalanes la cerrará para que otro no las reabriera y le ganaran su paloma.

Una lechuza de no sé dónde salió volando; hasta la piel se me puso chinita al sentir su aleteo y graznido muy cerquita de mi tatema; de mis oídos que están un poco sordos y mucho más porque escuché que desde adentro unas voces conocidas de dos gentes y la canción de » Amor eterno » que parecía que emanaba de una vieja sinfonola. Aún tengo presentes a mis cuates, a los que conocí de chavalillos.

Al «Chibolas» que arrepentido me decía: Sí que la regué por ser indisciplinado en el beis bol y en los amores, ya ves que hasta la hermana del presidente me regalaba mis Adidas y tu madrina «La Seca palo» ni dormir me dejaba , no sé qué le daría al cachudo del marido que ni sentía mis pasos cuando me pasaba hasta la cocina y del poeta, amasador de pan, que por un amor fallido aprendió el alfabeto morse y que por decepción un día se quiso ir al norte y al África ardiente a extraer de sus minas diamantes, para regresar como un hombre rico y casarse.

Que quiso ser uno de esos que la bestia de acero se lo cargara por culpa de ella para siempre. Pero ni madres que me voy del mundo, un clavo saca otro clavo, conocí una linda morenita y le tiré el ojo, me sonrió no muy bien que digamos y me dije, de esta no me le separaré nunca.

Te lo cuento mi poeta y espero que un día lo escribas en » La Cigarra » que yo me comprometo si tú te fueras antes que no te lo deseo, te escribiré tus andanzas por la » Xilitla» con» El Chespirito “, » El Chetos » y » El Chibolas» y también que hasta cenabas de gorra con el buen » La Zuyi » y sobre todo con » El Alacrancilla » al que le fuiste su celestino para que se lo ligará, ese mero al que para que se enojara por traidor le cantabas una de puras traiciones.

Eres cabrón poeta, ya la novia del » Chibolas » tendrá lista la carnita asada y de la botana no te olvides, esa llegará solita.

Hoy esa florecita me dio el sí, un hermano al que no le caigo me tiro miradas con ojos de brasa; ella dándome un besito me hizo ser el más feliz de la tierra cuando me la soltó sin darme chance de leerle al oído el poema que para ella lo escribí de corazón hoy en la madrugada, yo también le repetí con sus mismas palabras. » Te quiero un chingo mi poeta”.

Poeta, uno no quisiera que no se murieran los cuates, pero esa es la ley de la vida.

Cuando uno muere, su materia sigue viviendo, » El Chibolas » solo está durmiendo.

Recuérdame si es que me muriera antes de ti, que siempre la quise no un chingo, y si un chingamadral, porque me salvó la vida y por ser la madre de mis hijos.

A mis hijos diles que no me olviden, que ni se les ocurra de andar de malandros, que no se olviden mucho menos de su madre y que me perdonen por si para alguno de ellos fui un mal padre.

Un día cuando ya estemos rindiéndole cuentas al creador del universo por ahí en su paraíso nos echaremos unos vinos tintos.

Sé que tú eres ateo por divina gracia del espíritu santo, y ni me repliques lo que casi me imagino que me argumentarás.

Qué no sea pajero y que, si lo dudo, me busque un vello en el mero centro de mano diestra.

Dile Poeta si es que te ganara la delantera a mi chaparrita enlutadita.! ¡Qué si la quise un chingo!  y que desde el cielo le mandaré mis últimos besos para ella, mis hijos y nietas. Júramelo que se lo dirás cuando la veas, ¡júralo!

Otra vez mis ojos se anegaron, por poquito y me pongo bien pisto con el mezcalito de Laguna seca que regaló en los últimos días de su vida el vate.

Frente al local de La Llorona » encendí tres veladoras que compré en la tienda de Don Verulo, dos por mis amigos y la otra por las almas en pena. Tres huérfanos amigos míos del escuadrón de la muerte me acompañaron a rezar un rosario

.Esta noche el insomnio en mí fue una gran tortura, el recuerdo de mis amigos y los graznidos de la lechuza me mantuvieron en vela.

 

Valentín Ortiz Rebolloso / 6 de noviembre de 2021