Un texto de Valentín Ortíz Rebolloso

Ébano, S. L. P.- Don Cristino , – el invidente que de todo se daba cuenta -, una noche estando en una casa de un cacique, cuenta escuchó que Epifanio le daba las gracias al espíritu, no benigno, que le compró el futuro puesto de Corregidor .

Al darse cuenta los asistentes a la reunión que Don Cristino  estaba presente, le solicitaron que  hiciera un comentario .

Solemnemente, vertió su opinión de forma epistolar.

» Todo aquel o aquella, que sin tener bases  morales e intelectuales, no se le puede llamar  bien aventurado, y sí ser al igual que el agua del mar, que no es potable » .

Los buenos gobernantes son aquellos que no fingen  su moralidad y ética, ni se prestan a que los padrinos inviertan en su campaña para ser gobernantes , porque costoso le saldrá el pago del interés a él o ellos, al mismo pueblo que de equivocó al elegirlos.

Todos sorprendidos escucharon silenciosamente al que por muchos años consideraron ateo analfabeta .

Al retirarse Don Cristino  y dar las gracias por la atención recibida, su fino oído percibió las diatribas de los bribones bandoleros tras sus espaldas .

No intentó girar su tronco y regresar a replicar la ofensa de los cobardes; serenamente, al ir de regreso a su cueva, un buen trecho caviló y con sorna resumió sin pensarlo el silencio y diatribas de aquellos, dirigiendo su mirada a su cielo…

Sus cuerdas  vocales soltaron, enhebrado en voz baja, ¡pobres de los que creen que el don de Dios se obtiene con dinero. jamás su corazón será recto delante de Dios, y vivirán intranquilos de conciencia, lo siento en lo más hondo de mi ser, porque en sus triquiñuelas se llevan las esperanzas del pueblo!….

Y se perdió entre las oscuras calles carentes de luz mercurial, en compañía de su negro perro, que entre sus hocico llevaba una serpiente moribunda, la cual entre sus fauces apresaba  una rata, que aún pataleaba .