Nadie debe tocar una herida si no tiene con que curarla. Ernest Hello.
Persiste el paro en la benemérita y centenaria escuela normal del estado, el conflicto se generó a partir de que se tuvo conocimiento de la remoción del director Francisco Hernández Ortiz para ser sustituido por Juan Manuel Guel Rodríguez. Al parecer lo que generó la reacción inmediata de la plantilla de maestros y empleados no fue el arribo de una persona con claras afinidades políticas al círculo cercano del gobernador, sino el hecho de que no existe justificación aparente que justifique el relevo, no hay un escándalo detrás que deba ocultarse, no existen malos manejos financieros o un deficiente promedio de aprovechamiento escolar, por el contrario, si se hace una revisión seria sobre los estándares de aprendizaje en la institución, no debería haber mayor controversia sólo fue un “quítate tú para ponerme yo”. El perfil del sucesor no es malo, su currículum es sobresaliente desde el punto de vista académico y quizás podría decirse, que es una víctima, producto del efecto colateral de una decisión de carácter político. Después de una semana las cosas podrían tomar otro rumbo, es bien sabido que a la gallardía no le gusta recular, ni siquiera para tomar vuelo, están obsesionados con imponer decisiones más que con reconocer la verdad por muy evidente que sea. Bien decía la moraleja de la fábula de Esopo del rey de los monos, “quien alaba la mentira, poco puede apreciar la verdad”, ergo, no la reconocerían ni aunque la estuvieran viendo de frente y trajera un ridículo sombrero rosa.
Los maestros en paro están en franca rebeldía, sabedores de lo que viene se anticipan a los posibles ataques en contra del personal, los despidos injustificados incluso de aquellos que tienen mayor antigüedad y sólo esperan completar la edad suficiente para tramitar su jubilación. Es bien sabido cuál es la táctica del partido en el poder para doblegar a sindicatos o grupos bien organizados y solidarios. Después del “terroreo” les impondrán la obligación de proporcionar sus cuentas en redes sociales para administrar los “likes” y comentarios en favor de los candidatos del partido verde, sobre todo por la que será la aspirante a suceder a su marido en el cargo de jefa del ejecutivo. Estas prácticas ya se realizan en todas las áreas de la burocracia estatal, tampoco es así como que sea un secreto, si hasta eso, no hay un reconocimiento oficial, pero tampoco se empeñan en ocultarlo. El secretario de gobierno José Guadalupe Torres declaró a los medios que no hay voluntad de diálogo en lo que se refiere a los maestros inconformes, añadió que el gobierno del estado ha puesto mucho de su parte pero el diálogo tiene sus límites y máxime si cada que arreglan un tema del pliego petitorio se agrega uno más, prácticamente la intención es alargar el conflicto, evidentemente el secretario no es ningún tonto y ya se percató de eso que enseñan en el primer grado de la carrera de mediación -es bien listillo y suspicaz. No importa que tan compacto sea el grupo disidente, pero difícilmente tendrán la capacidad para soportar un periodo largo de tiempo con sus protestas. Enseguida se atraviesan las vacaciones y va ir mermando el apoyo. Al final intentarán cooptar a los líderes con alguna promesa de dinero o mejoría salarial, algún cargo de medio pelo para los codiciosos y al final, para los estoicos, la ley del garrote o hasta buscar así alguno tiene alguna carpeta abierta para darles un calambre. Difícil de ser, la profesión del maestro es.
Hubo una época en la historia de México que ser maestro era una profesión de respeto, casi equivalente al del sacerdote o el médico, los maestros eran líderes de su comunidad, personas de las cuales su opinión se consideraba de valía, si la gente no entendía una noticia, un trámite o a quien recurrir en caso de alguna injusticia, el profesor del pueblo o de la comunidad sabría que hacer -era un líder social. Con el paso del tiempo la misma sociedad fue degradando al trabajador del sistema educativo a eso, un simple empleado. Hay otros países del primer mundo que cambiaron su destino cuando apostaron por la educación, caso ejemplar son los países nórdicos, en todo México tal parece que nos enorgullecemos de ser una nación de idiotas y procrastinadores. Estoy convencido que todo comenzó cuando los maestros entraron de lleno a la política, sólo era necesario que conocieran el dulce sabor del presupuesto, los excesos, el dispendio y la impunidad acabaron con el código moral que regía a los apóstoles de la educación. Hoy en día los estudiantes promedio de cualquier primaria o secundaria sueñan con ser influencers y mover “las nalguitas” al ritmo de la canción de moda, bañar un perro en un live, hacerle bromas a un anciano o robarle la cobija a un vagabundo, eso es lo que sueñan los niños mexicanos, ricos y pobres, los mismos imbéciles, el que no, pues quiere ser capo de la droga y pasear en autos caros rodeado de buchonas con los corridos tumbados a todo volumen. Nadie sueña con ser maestro. Porque los mismos padres han convertido a los maestros en viles y serviles cuidadores de sus hijos, ya no se puede reprobar, castigar o corregir a un alumno porque podría desencadenarse una serie de acontecimientos desfavorables para el educador. Cuidado con equivocarse, porque todo mundo tiene un teléfono listo para grabar y divulgar cualquier discurso que pudiera considerarse inapropiado por los flamantes opinadores de las redes sociales. Ya conocen ustedes cómo es ese tribunal, el jurado se constituye esencialmente de miles de mexicanos que no son capaces de mencionar de corrido el nombre de los 32 estados (y sus capitales) que conforman la geografía de los Estados Unidos Mexicanos. No estamos mal, estamos peor.
Recientemente se dió a conocer la noticia de la sentencia del profesor Esteban Canchola, maestro de educación primaria en el estado de Baja California. Acusado de negligencia por el fallecimiento de un menor que sufrió una caída y golpe en la cabeza ya concluido el horario de clases. al parecer producto de alguna acción violenta con otro compañero. El profesor enfrenta la posibilidad de una sentencia de hasta tres años de prisión. La defensa alegó que Esteban Canchola siguió el protocolo e hizo lo humanamente posible para atender al menor, solicitó atención médica y avisó a los padres, el menor recibió atención médica y fue dado de alta pero moriría más tarde ese mismo día producto quizás de algún coágulo en el cerebro, como suele suceder en estos casos. El hecho sucedió en el año 2023 y ahora después de un largo proceso judicial deviene el fallo judicial desfavorable para el educador. ¿Son los profesores los responsables de cuidar a los alumnos? ¿O quizás solo de aplicar las políticas públicas para evitar el bullying? ¿Son seguras las escuelas en México? ¿Qué hacen los padres de familia para procurar un buen ambiente de convivencia en los espacios educativos? Tal vez usted que me lee dirá que sus hijos son estudiantes ejemplares, bien portados, respetuosos y aplicados, pero no podemos ignorar que la educación en México está por los suelos y no necesariamente es por culpa de los maestros, o del raquítico presupuesto que los gobernantes destinan al tema. Los mexicanos deberíamos hacer una valoración del tipo de ejemplos que somos para nuestros hijos, que cultura general les proveemos, el léxico al cual los acostumbramos o que tan permisivos somos con los distintos rangos de información al que acceden a través de un simple teléfono. Que tanto promovemos la violencia, la procrastinación o incluso, la filosofía del egoísmo capitalista de mierda, narcisista y voraz, tan de moda en la cosmovisión actual de los individuos. Las corporaciones nos gobiernan y la sociedad de consumo en que nos hemos convertido ha normalizado un sinfín de conductas ajenas a los valores primigenios del vivir en comunidad, el bien común, la solidaridad, la identidad colectiva y el respeto a las tradiciones.
Los políticos como el gobernador del estado, su secretario de gobierno y el titular del sistema estatal de educación regular (SEER) deberían pensar más en convocar una gran alianza en favor de la educación en San Luis Potosí, hay que normalizar la verdad, por terrible que sea, hay que evaluarnos y revisar las políticas públicas que rigen el destino de los alumnos, del estado y el país. Antes que promover un cuate para que haga un determinado y concienzudo trabajo político en favor de un partido que busca postergarse en el poder, deberían revisar si se puede tocar, y si se vale tocar el de por sí maltrecho sistema educativo. Solo dos datos, ¿que porcentaje de todos los potosinos están dentro del segmento que no utiliza más de 120 palabras para comunicarse? ¿y cuántos de ellos estarán abarrotando el teatro del pueblo en la feria nacional potosina?
@gandhiantipatro