Adiós al orden y legalidad del Poder Judicial, se acaba una era de ejemplo para otros países

En un ambiente impregnado de nostalgia y cambio, el último día laboral en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) transcurrió entre mudanzas, documentos y una simbólica despedida. El edificio, ubicado en el Centro Histórico, se vació casi por completo: personal administrativo y seguridad resguardaban los pasillos mientras se embalaban expedientes y objetos institucionales . Al interior, la presidenta Norma Lucía Piña Hernández se ocupaba en cerrar detalles administrativos que marcarían el fin de una etapa judicial y habilitarían la entrega de la presidencia al ministro electo Hugo Aguilar Ortiz.

Al mismo tiempo, desde la calle se alzaban primeras muestras de bienvenida a quienes asumen el nuevo rostro del Poder Judicial. Frente al edificio, se colocaron mantas donde se saludaba a ministros como Hugo Aguilar Ortiz, Lenia Batres Guadarrama, Yasmín Esquivel Mossa, Loretta Ortiz Ahlf, y otros, recibiéndolos “con confianza, respeto y esperanza”. Paralelamente, desde un poste cercano, integrantes del colectivo “Somos Impacto” colocaron un pendón negro en señal de despedida hacia lo que consideraban una justicia autónoma que se pierde, pero que “vamos a recuperar”.

Dentro de los pasillos ya casi desiertos, se erigieron retratos que resumían décadas de historia judicial. Destacó la imagen de Piña Hernández, primera mujer presidenta de la Corte, con una trayectoria que abarcaba desde su nombramiento como ministra (2015–2030) hasta su presidencia (2023–2026), interrumpida por la reforma judicial del gobierno anteriorl. También se incluyeron retratos de otros ministros como Javier Laynez Potisek, Ana Margarita Ríos Farjat, Alberto Pérez Dayán, entre otros; sin embargo, el retrato de Lenia Batres Guadarrama —miembro del llamado “último pleno de la Corte neoliberal” bajo la 4T— quedó fuera por el momento, aunque ya se prepara su instalaciónl.

Así, entre el eco del papeleo, los últimos saludos institucionales y el adiós de una era, se cierra el telón de la vieja Suprema Corte. La transición—con su combinación de orden y gestos simbólicos—marca el fin de un ciclo y el preludio de un Poder Judicial renovado, con nuevos rostros y promesas por cumplir.