Andrés Manuel López Beltrán, conocido como “Andy”, ha sido señalado por sus allegados como un operador político eficaz, con algunos conocimientos en la materia y una trayectoria discreta en la estructura de Morena. Sin embargo, su inclinación por la buena vida y la falta de compromiso han generado críticas, especialmente tras los resultados adversos en las recientes elecciones municipales en Durango.
En la capital de Durango, la coalición PAN-PRI logró retener el control con el 46% de los votos, mientras que Morena y sus aliados fueron relegados al tercer lugar con apenas el 20% de las preferencias, siendo superados incluso por Movimiento Ciudadano. Esta derrota ha sido atribuida a decisiones cuestionables en la selección de candidatos y a una campaña percibida como desorganizada y distante de las bases del partido. Y lo principal que “Andy” se tiró a la hamaca al creer que con solo estar al frente lograría el triunfo.
La elección de José Ramón Enríquez Herrera como candidato, a pesar de su historial de derrotas y su reciente afiliación a Morena, generó descontento entre militantes y simpatizantes. La imposición de su candidatura, en detrimento de perfiles con mayor arraigo local, evidenció una estrategia política desconectada de las realidades del electorado duranguense.
Las críticas no se han limitado al ámbito local. Según reportes, en Palacio Nacional existe un malestar por el desempeño de López Beltrán en estas elecciones, señalando su falta de compromiso y la desidia con la que se manejaron las campañas. Estas observaciones han puesto en entredicho su capacidad para liderar y fortalecer la estructura de Morena en futuras contiendas.
La derrota en Durango ha encendido las alarmas dentro de Morena, evidenciando la necesidad de replantear estrategias y fortalecer la conexión con las bases. Para López Beltrán, este revés representa una oportunidad para reflexionar sobre su papel dentro del partido y considerar un enfoque más comprometido y cercano a las necesidades del electorado.