La Liga MX enfrenta uno de los escándalos más serios de los últimos tiempos, luego de que se revelara que algunos clubes preferirían no ser campeones por razones económicas. Durante una emisión del programa Futbol Picante, el periodista Jesús Bernal expuso que un directivo le confesó que es más rentable perder en semifinales que disputar la final. La afirmación encendió la polémica entre expertos y seguidores del fútbol mexicano, dejando en el aire una pregunta clave: ¿a qué juegan realmente los equipos?
El periodista Mauricio Ymay respaldó esta inquietante versión al contar que otro dirigente le dijo lo mismo, y explicó que, en muchos casos, las primas económicas que deben pagarse al plantel por avanzar a la final superan los beneficios que se obtienen por conquistar el título. Esta estrategia financiera, según revelan ambos comunicadores, podría estar influyendo en decisiones deportivas clave, lo que desata una crisis de credibilidad en el campeonato.
La reacción de la afición no se hizo esperar. En redes sociales, miles de usuarios expresaron su indignación al sentirse engañados por sus clubes. Para el fanático común, la pasión, los colores y la gloria del campeonato son lo más importante. Sin embargo, estos nuevos datos sugieren que para algunos dueños y directivos, el negocio está por encima del orgullo deportivo.
Casos como los del América o Toluca, equipos que han logrado combinar títulos con rentabilidad, demuestran que sí es posible competir y mantener estabilidad económica. No obstante, esa no parece ser la ruta elegida por todos. En muchos despachos, el balance financiero pesa más que las estrellas en el escudo, lo que pone en duda los valores con los que se compite en la Liga MX.
El escándalo ha abierto una profunda reflexión sobre el sentido del futbol profesional en México. Mientras las directivas manejan sus clubes como negocios fríos, la afición exige compromiso y entrega total en la cancha. La confesión de que perder puede ser más rentable que ganar pone en jaque a todo el sistema, y deja la sensación de que el espectáculo podría estar más calculado de lo que aparenta.