La Neta… Pelé, 2a parte. Por Alfonso Álvarez B.

El Rey no se olvida de Rivelino, que jugó el Mundial de Argentina y que en el de México logró la plenitud de su juego. Dueño de un poderosísimo disparo y de pases largos y milimétricos que permitían armar los contragolpes.

Y estuvo Falcao, a quien el entrenador Claudio Coutinho dejó fuera del equipo en el Mundial de Argentina, pero que tuvo su revancha en el de España. En 1970 integró, en el Mundial de México, el mejor equipo que posiblemente Brasil haya tenido en toda su historia.

Falcao fue ídolo en Italia cuando jugó con la Roma y la hizo campeona en dos ocasiones, a los 41 años de edad.

Pero nos hemos apartado un poco del tema, porque yo lo considero el número uno, sin desconocer a futbolistas extraordinarios de la talla de Alfredo Di Stéfano, Diego Maradona e incluso, actualmente, de Leo Messi.

El mismo Pelé afirma que cada uno pertenece a una época muy bien determinada en la historia del futbol, y hay criterios que pueden tener en cuenta el talento individual, es decir, la técnica y la magia de un jugador en su aporte colectivo, y la época que marcó.

Cada uno de ellos —dice— pertenece a una época diferenciada del futbol, muy cambiante con sus sistemas de juego, por lo que resulta imposible determinar quién ha sido el mejor jugador.

El diario Clarín de Buenos Aires decía que Pelé era el mejor. Cabeceaba con una precisión y violencia propias de un especialista, que no era. Saltaba como nadie.

Anticipo, en tiempo y sorpresa, y en un rectángulo mucho más grande, a otro monstruo del deporte, Michael Jordan.

Quien vio quedar suspendido en el aire y se admira con razón, es que nunca vio a Pelé sostenerse en la nada y hasta girar con la pelota pegada al pecho. Pelé era un equipo dentro del equipo, porque podía ganar un partido él solo.

Lanzado desde la media cancha y decidido a gambetear, era imparable. Lo hacía con todo el cuerpo y dejando que la pelota rodara sin tocarla. Le bastaba mirar a los ojos a sus rivales para hipnotizarlos, y le pegaba tan fuerte con la zurda como con la derecha. Era completo.