No se le da la austeridad a Noroña, hace gira en avión privado de !!dos mil dólares la hora¡¡

La reciente gira de Gerardo Fernández Noroña en avión privado ha desatado una ola de críticas y cuestionamientos sobre la congruencia entre su discurso y sus actos. Quien por años ha enarbolado la bandera de la austeridad y el combate a los privilegios, hoy enfrenta el escrutinio público por recurrir a un medio de transporte que dista mucho del perfil modesto que presume.

El problema no radica únicamente en el uso del avión, sino en el mensaje que envía: mientras se exige sacrificio y sencillez a los demás, algunos políticos parecen reservarse excepciones personales. Este tipo de acciones alimenta la percepción de que la austeridad es más un discurso de campaña que una convicción real. En tiempos de desconfianza hacia la clase política, cada incongruencia pesa doble.

Además, el hecho de que no haya claridad sobre quién financió el vuelo ni bajo qué condiciones se realizó, deja un vacío que sólo puede llenarse con sospechas. En política, la falta de transparencia siempre cobra factura, y más cuando proviene de quienes presumen tener autoridad moral sobre el resto.

Lo más preocupante es que estos episodios no son aislados: reflejan un patrón de incongruencias que mina la credibilidad del proyecto político que Noroña representa. Cuando se exige austeridad desde la tribuna, pero se practica el privilegio en lo privado, se traiciona la confianza del ciudadano que cree en un cambio auténtico.

En resumen, la imagen de un político austero no se construye con discursos encendidos, sino con coherencia diaria. Si Noroña aspira a mantener autoridad moral ante la ciudadanía, haría bien en recordar que la austeridad no se predica desde un avión privad