Aunque parezca un sueño lejano o incluso inalcanzable, la Iglesia Católica tiene reglas claras (y sorprendentemente accesibles) para elegir al Papa, el líder espiritual de más de mil millones de fieles en el mundo. Y lo más curioso: ¡no es obligatorio ser cardenal, ni siquiera sacerdote!
De acuerdo con el derecho canónico, cualquier hombre bautizado que forme parte de la Iglesia Católica puede ser elegido como Sumo Pontífice. Sin embargo, en la práctica, el Papa suele ser elegido entre los cardenales del Colegio Cardenalicio, ya que ellos son quienes votan en el cónclave. Si el elegido no es obispo, debe ser ordenado de inmediato antes de asumir oficialmente el cargo.
Entre los requisitos no escritos pero fundamentales se encuentran el compromiso con la fe católica, una vida moral ejemplar, conocimiento profundo de la doctrina y, por supuesto, liderazgo y carisma para guiar a la Iglesia en tiempos complejos. La elección del Papa no solo es un proceso espiritual, sino también estratégico: se busca una figura capaz de dialogar con el mundo moderno, sin perder la esencia de la tradición.
Así que, aunque la posibilidad de que un laico se convierta en Papa es remota, en teoría no está descartada. La próxima vez que escuches sobre la elección de un nuevo pontífice, recuerda: la historia podría dar un giro inesperado… y cualquiera podría vestir de blanco.
