Durante su sexenio (2012–2018), Enrique Peña Nieto vio incrementarse su patrimonio declarado en más de 60 %, al pasar de 13.6 millones de pesos en siete cuentas bancarias al inicio de su mandato a 22.2 millones al final del mismo. Además, declaró un fondo de inversión por 15.7 millones, un seguro por 3 millones y monedas y metales por otros 3, sumando así, en total, 49.5 millones de pesos (equivalentes en su momento a unos 2.3 millones de euros).
En cuanto a bienes inmuebles, Peña Nieto reportó nueve propiedades —casas, departamentos y terrenos— por un valor conjunto de aproximadamente 21.4 millones de pesos. Seis de estas propiedades fueron donaciones de sus padres o heredadas (incluyendo un departamento de su primera esposa, Mónica Pretelini); solo una fue adquirida directamente por él. También mencionó poseer joyas y obras de arte valuadas en 5.9 millones de pesos, conseguidas entre compras propias, herencias y donaciones.
Su salario presidencial también fue histórico: en 2017, percibió ingresos netos anuales de 3 527 977 pesos, de los cuales casi 2.9 millones provinieron exclusivamente de su remuneración. Tras concluir su mandato, su presencia en zonas exclusivas de España —como un local en Chamberí que le habría valido el “visado dorado”— y su adquisición de bienes en Europa generaron especulaciones sobre un posible patrimonio oculto o no declarado oficialmente
Finalmente, a pesar de haber declarado 49.5 millones de pesos en 2018, existen numerosas dudas públicas. La Unidad de Inteligencia Financiera abrió una investigación en mayo de 2024 para indagar si su estilo de vida en España pudo estar respaldado por recursos no incluidos en sus declaraciones.
Además, se especula sobre el uso de empresas y prestanombres ligados a familiares para ocultar activos, lo que acrecienta la controversia en torno a la transparencia de su riqueza tras dejar Los Pinos