¿Será confiable lo que asegura Sheinbaum del auto eléctrico mexicano, o terminará siendo desechable como los chinos? Con precio de 90 mil pesos

Con un precio de salida de 90 mil pesos, el gobierno de Claudia Sheinbaum impulsa el proyecto Olinia, el primer auto eléctrico nacional que busca posicionar a México como productor de movilidad sustentable, pero enfrenta dudas sobre su calidad y durabilidad frente a los modelos importados.

El gobierno federal presentó Olinia, el primer auto eléctrico diseñado y ensamblado en México, con el que busca transformar la movilidad y hacer accesible la tecnología sustentable a millones de personas. Con precios que van de los 90 mil a los 150 mil pesos, el plan pretende romper el dominio de las marcas extranjeras y demostrar que el país puede producir vehículos eléctricos de bajo costo y alta eficiencia. La iniciativa involucra a instituciones públicas, universidades y empresas privadas, con la meta de reducir la huella ambiental y crear una industria automotriz nacional sólida.

Los vehículos Olinia estarán dirigidos a tres segmentos del mercado: uso personal, movilidad en colonias y entregas de última milla, lo que busca responder a las necesidades reales de las zonas urbanas mexicanas. Sin embargo, el reto es enorme: hoy, un auto eléctrico en México cuesta entre 299 mil y 1.5 millones de pesos, y los consumidores desconfían de los modelos demasiado baratos por temor a que sean frágiles o de corta duración. En ese contexto, la promesa de un vehículo funcional y nacional por solo 90 mil pesos genera tanto expectativa como escepticismo.

La competencia tampoco será fácil. El mercado mexicano está dominado por marcas chinas como JAC, BYD y SEV, que han ganado terreno con modelos económicos pero con reputación dispar en durabilidad y servicio. A ellas se suman marcas europeas y norteamericanas como Renault, MG y Tesla, que ofrecen mayor tecnología y autonomía, aunque a precios muy superiores. La especialista Isabel Studer, de Sostenibilidad Global AC, señala que México tiene la capacidad técnica para fabricar autos eléctricos de calidad, pero advierte que la infraestructura de carga y los recursos públicos serán determinantes para el éxito o fracaso del proyecto.

El principal desafío para Olinia será probar que un auto eléctrico mexicano puede ser seguro, eficiente y confiable, no un experimento de corta vida. El gobierno busca alianzas con el sector privado para garantizar calidad en materiales, autonomía en baterías y un mantenimiento económico. Si logra cumplir con esas promesas, Olinia podría convertirse en un emblema de orgullo nacional. Pero si falla, confirmará las dudas de muchos: que un precio tan bajo podría convertirlo en otro vehículo desechable más, lejos de la revolución que promete.