Un atentado sacudió al precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay el sábado durante un mitin en el barrio Modelia de Bogotá. Mientras estaba de espaldas al público, un joven sicario —de apenas 14 o 15 años— le disparó al menos seis veces, hiriéndolo gravemente en la cabeza y una pierna, Uribe fue trasladado a la Fundación Santa Fe, donde fue operado y su estado se reporta como crítico, con pronóstico reservado.
Tras la captura del agresor —herido por los escoltas—, la Fiscalía y la Policía incautaron su celular. En los chats de WhatsApp con un cómplice se reveló una conversación escalofriante: “Vamos a cobrarlo, pero temprano”, decía el detenido. Su interlocutor respondía: “Tiene que ser hoy sí o sí (…) No mano, hoy a la hora que sea”
Los mensajes analizados además mostraban que el plan incluía especular sobre la huida: “Cogemos un bus mejor, esos Indriver están poniendo…”, comentaban, agregando que tomarían un taxi “pero lo chuleamos” después del ataque. Este diálogo evidencia una preparación meticulosa y urgencia para ejecutar el homicidio.
El uso de un menor para perpetrar el atentado ha encendido las alarmas y revive temores sobre la posible participación de grupos o individuos organizados. Las autoridades han abierto al menos cuatro líneas de investigación para dilucidar quiénes ordenaron el ataque y si hay redes criminales detrás del reclutamiento del joven asesino
La reacción política y social ha sido contundente, e presidente Gustavo Petro exigió respuestas y prometió no escatimar esfuerzos. Por su parte, diversas fuerzas políticas y organismos internacionales condenaron de inmediato el hecho, pidiendo proteger el proceso democrático en Colombia y acelerar la identificación de los responsables intelectuales .