Un texto de Valentín Ortiz Rebolloso

Ébano, S. L. P.- El inicio del otoño y su equinoccio, ya trae a los que se van algo tristes, mientras que los nuevos se tiran dentelladas entre ellos por el jugoso bistec.

Yo les digo que no se desesperen, que hay que tener fe.

Yo le tengo mucha fe a mi signo y a mi Santo Malverde.

Espero que no me dejen fuera de la jugada, bien que me fregué para lograr el triunfo; por eso le rezo día y no noche a mi milagroso santito.

También le pido por mis parientitos y por mi viejito chulo que se fue con la marca equivocada por más que le rogué que dejara ese bando.

Y se lo dije muchas veces, casi me le puse de rodillas. Ahora que se le volteó el chirrión, él se md hinca implorándome perdón.

Ya me atraganté de aspirinas para quitarme los dolores de cabeza, ya espolvoreé los polvos de la gallina negra en las entradas a la casa para alejar las salaciones.

Ya puse la sábila con un moño listón rojo en la puerta y rezo siete rosarios antes de dormirme para que ocurra el milagro.

Solo espero que el huevo y la piedra alumbre, que mi yerbero no la ha visto porque está en cuarentena, no me salga que las figuras son las que se parecen a la otra, porque de serlo así, mi viejo se va de la casa con todo y sus tiliches.

Hasta ahora le he pasado tantas, otra ya no se lo permitiré jamás.

Yo lo quiero con esa fuerza que a veces me hace sentir las aguas del Río Bravo, que nos impidieron su paso a las tierras del trompas cuando quisimos irnos de mojarras a ganar “green  paper “ p’a salir de jodidos .

Ya no seré su p….no le hace que lo quiera un chingo.

Al fin que changos para bajar los cocos sobran, y muy buenos.

22 de Septiembre de  2021